viernes, 27 de junio de 2008

Go Out!!






Si me dijeran -Go out!- o peor -Go out of here!- es que seguro, seguro, que no me quedaría, ni por orgullo, ni por nada, agarraría todo lo mío, lo mío de mis profundidades, y me iría tal vez muy lejos, pero ¿a dónde?. ¿Cuál es tu lugar favorito de fuga o de retiro? Yo tengo varios. Pero hoy voy a empezar con un lugar que me sedujo desde el primer día que lo conocí, allá por la edad de 14 años… el bello puerto de Valparaíso, una ciudad de ensueño, de misterios…, porque ciertamente Valparaíso con sus cerros tiene alma de mujer, seduciendo siempre, ansioso de ser recorrido, con sus caminitos sinuosos que pueden llevarte hacia lugares sorprendentes o hacia ninguna parte.

¿Te acuerdas de Valparaíso? ¿De esa vez cuando nació esta poesía? ¿Te acuerdas?

Vamos al Paraíso

En las calles sinuosas
se han tejido los espíritus terrestres
de marinos sueños seducidos por la costa.
Cielos que están más cerca
en escaleras que elevan,
marean, confunden
y bajan hacia las almas que no purgan.
Todo a veces es de pintura ajada,
de una añosa dama que espera en el salón
aquél último baile.
Y a veces, todo es la lozanía
de una muchacha altiva
con sus aventuras nacientes y emancipadas,
de mejillas retocadas
por el dulce rubor de una palabra,
o por la pasión arrebatada de una vez primera.
Los vientos soplan y es
como si el diablo recorriera los techos
con sus tornados y sus vicios
que van apagando las hogueras y cobijos.
Pero esta ahí, el puerto anclado
como una alerta incertidumbre
como un lecho desordenado
de amores y elixires que enloquecieron.
Ahí las casas se dividen
de ese cielo tan azul o tan cubierto
cuando la maña quiere jugar con el que habita
y que acepta complaciente lo que se es querido.
Las venas transportan la magia descarriada
las sinfonías instrumentales,
las prédicas de los pastores
que reúnen al rebaño colorido de piedades.
Las gaviotas se confunden
con el sonido de las bocinas,
con el caudal que transita
emborrachado de lunas y artificio
cuando el puerto está de fiesta.
Somos una insignificante palabra sostenida
en este embrujo fluvial,
en este mundo de bipolaridades,
ancestral refugio de palomas y gatos,
de ratas y borrachines,
de viejos y de niños,
de parejas adorándose,
y de seres naufragados como yo,
asidos a la costa
con una melancolía de azul marino.




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Chacabuco

La empresa Anglo Nitrate Company Limited comenzó la construcción de la Oficina Salitrera Chacabuco en 1922 sobre las ruinas de la Oficina Salitrera Lastenia. La idea era levantar una oficina de 26 hectáreas para la explotación de caliche, para la producción de 15 mil toneladas métricas de salitre o nitrato bajo el sistema de producción Shanks (fue la última oficina salitrera con este sistema de producción). El recinto poseía un núcleo productivo y otro urbano, con todas las comodidades para atender a una población que llegó a 5.000 personas. Las operaciones comenzaron en 1924.
La Oficina Salitrera Chacabuco cerró definitivamente sus puertas en 1940 y en 1945 comenzó su desmantelamiento tras la infructuosa espera por parte de Lautaro Nitrate Company por la reactivación industrial del salitre.
En 1968 la oficina fue vendida a la Sociedad Química y Minera de Chile (SOQUIMICH), hoy conocida como SQM.
El 26 de Julio de 1971 la Ex Oficina Salitrera Chacabuco fue declarada como Monumento Histórico Nacional.
En 1973 le fue expropiada la tenencia a SOQUIMICH por parte de las Fuerzas Armadas de Chile, que la transformó en el Campo de Prisioneros Políticos de Chacabuco, uno de los campamentos de prisioneros más grandes de Chile. En el campamento se recluyeron solamente a hombres de Copiapó, Valparaíso, Santiago, Linares y Concepción. Funcionó como campo de detención de prisioneros hasta 1975.
Desde el 1990 es propiedad del Fisco de Chile, quién administra la oficina por medio del Ministerio de Bienes Nacionales.
En la actualidad la ex oficina salitrera ha sido víctima de saqueos y está libre el acceso para hacer tour.








Chacabuco

Voy detonando los minerales, ensueños y herejías, mientras veo las casas repetidas habitadas de espíritus distintos y fuertes. Mi ojo te mira en cada solsticio y en cada eclipse que grita en el desierto.
Vientos clandestinos rugen para recordarme mi material primero, la tierra adobada con el sudor de cuerpos y oscuridades.
Mi ojo te habla, no estoy aquí entre muertos, no están las sombras habitándome como estalactitas saladas. Siento el corretear de los sueños y gemidos albergándose detrás de las ventanas.
Chacabuco urge con sus escenas de trabajo y dolor, con sus aplausos caóticos de poderío. Nunca antes el desierto fue más habitado, nunca antes volaron tantas piedras hacia el cielo. Nunca antes el riel, con sus estaciones amargas, se enredarían tan fuerte en aquellas inmortales venas del espíritu.

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